martes, 16 de julio de 2013

Los miedos...!


Los miedos son parte de nuestra vida cotidiana y en la infancia los temores están presente de manera muy clara. Puede haber temores innatos, propios de la naturaleza humana como el miedo a lo desconocido o a morir. También hay temores relacionados con la etapa de desarrollo como en el caso de los niños preescolares que despiertan en la noche llorando por temor a lo que soñaron. Otros temores aparecen cuando el niño vive alguna experiencia traumática o presencia alguna escena violenta que considera puede ocurrirle a él o a los que ama.

¿Qué podemos hacer los papás? Apoyarlos acompañándolos durante sus momentos de temor para que perciba que tu fuerza lo protege, hasta que él o ella puedan obtener la propia para protegerse a sí mismos.

Otra opción es gradualmente acostumbrarse a lo que teme; por ejemplo, si le da miedo quedarse solo en la escuela, platica para que él mismo vaya tratando poco a poco de aguantar más tiempo sin ti cerca.

No lo sobreprotejas y permite que empiece a resolver sus propios problemas él mismo, siempre y cuando éstos no excedan su edad y etapa de desarrollo.

Julia Borbolla menciona sabiamente que el regaño crea temores reales, mientras que la desaprobación crea temores irreales; regañar por una conducta riesgosa le permite valorar o dimensionar lo que hizo, no aceptar a tu hija en general y criticarla por cualquier cosa, producirá temor generalizado.

Otra estrategia es demostrar al niño lo que sucede en realidad detrás de su miedo, por ejemplo si le teme a una película, muéstrale cómo se hacen los trucos especiales para cine. Por supuesto que esto no significa renunciar a la supervisión indispensable que los adultos debemos ejercer ante los programas de televisión y las películas que el niño ve, y si tu hijo es muy susceptible a cierto tipo de escenas, evítaselas. No es necesario estar manejando el temor del niño si por principio podemos evitarlo.

Hay temores que disminuyen con la edad y otros persisten toda la vida.

Te sugiero que sirvas de “polo negativo” (sin energía) para que el “polo positivo” (cargado de energía negativa) pueda descargarse, tal cual sucede en los polos con carga eléctrica. Permite que tu hijo diga lo que tiene que decir y que saque sus emociones sin sentirse juzgado, sino escuchado. No lo interrumpas. Deja que saque sus temores para poder vencerlos.


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